Casa Farnsworth, 1950. Mies van der Rohe


El diseño de la vivienda fue elaborado por Mies van der Rohe en 1946, a instancias de la doctora Edith Farnsworth, quien deseaba disponer de una segunda vivienda en la que pasar algunas temporadas en un ambiente relajado y solitario.

La construcción se llevó a cabo en 1950 y su coste, superior al presupuesto inicial, acabó provocando un grave distanciamiento entre la clienta y el arquitecto. Aquella acusó a éste de haberse excedido en el encargo y Mies consideró que la rica señora Farnsworth carecía de sensibilidad ante su arquitectura, mientras la doctora contrarreplicaba que cuando se instaló en la casa a fines de 1950 la cubierta rezumaba agua hacia el interior y la calefacción producía un efecto de condensación de vapor sobre los cristales. Así las cosas, la disputa acabó llegado a los tribunales que, finalmente, fallaron a favor del arquitecto, condenando a la doctora a pagarle una elevada cantidad que cubriese el sobreprecio del coste de la vivienda.

Independientemente de la polémica entre autor y clienta la casa Farnsworth presenta algunos problemas de diseño. A los que ya se han indicado debe añadirse que carece de refrigeración y, por tanto, en la estación cálida su interior produce un efecto parecido al de un invernadero. La casa Farnsworth ha pasado por diversas vicisitudes. Vendida en 1964 a otro propietario privado, en 2004 dos grupos conservacionistas norteamericanos llevaron a cabo una campaña de recaudación de fondos para adquirirla, tras lo cual el edificio se ha habilitado como espacio visitable.

A pesar de que resultó difícil para vivir, la elegante simplicidad de la casa Farnsworth es, aún hoy, considerada un logro importante del estilo arquitectónico internacional.






Al ser una simple estructura envuelta en vidrio responde a la concepción de un mirador, con lo que se brinda homenaje a la belleza del espacio que circunda la casa. La transparencia permite que desde el interior se tenga plena conciencia del paisaje, pero también actúa a la inversa, incorporando el espacio interior de la vivienda al territorio de forma radical. El arquitecto elige conscientemente las condiciones del lugar que asume y el modo de afrontarlas.

Para desligar la casa de cualquier otra intervención humana, Mies decidió omitir un camino de acceso y otros elementos de urbanización. La casa permanece entre los árboles como si flotara, sin perturbar el crecimiento de la hierba, ni la periodicidad y la amplitud del río en su desbordamiento, y poder observar desde su interior esta naturaleza intacta. Durante la primavera, el río se desborda y asciende hasta 60cm por debajo del forjado inferior, completando la previsión del arquitecto, lo que consuma la imagen proyectada. Sin embargo, actuales investigaciones demuestran que el interior de la casa ha recibido agua del desbordamiento en varias ocasiones (1954, 1996, 1997 y 2008).

La vivienda se organiza a partir de dos plataformas rectangulares, a través de las cuales se prolonga hacia el entorno. La primera de ellas separada del suelo por cuatro pilares, a la cual se accede a través de cuatro escalones, actúa como terraza y carece de muros y cubierta. Desde ella, otros cinco escalones idénticos a los anteriores facilitan el acceso a la segunda plataforma, situada a 1,5 metros del suelo y que sostiene a la vivienda mediante ocho pilares de acero.

El acristalamiento completo de las paredes de la casa permite percibir a través de ella el paisaje en el que se inserta, de forma que el edificio pasa a formar parte del propio medio natural, haciéndose casi invisible.

La vivienda consta de un primer espacio, cubierto pero abierto al exterior por tres de sus lados, que se emplea como porche. Pasado éste, se accede al interior de la vivienda con una altura de 2,85 m, donde no existen muros ni divisiones interiores. Solamente un núcleo central de madera, que no llega al techo, excepto en su parte central, contrasta con la fachada de acero y vidrio contiene las instalaciones sanitarias y crea la separación entre la cocina, dos dormitorios y la sala de estar, la cual se orienta hacia el sol y el río.

A pesar de que han habido algunos problemas en la mantención de la casa, debido al desbordamiento del río y de habitabilidad por la poca ventilación en su interior, no hay duda de que esta casa es la máxima expresión del minimalismo.  Se utilizaron sólo los elementos mínimamente necesarios para asegurar la estabilidad de la vivienda, como los pilares situados tangencialmente al canto exterior de los forjados, los cuales no interrumpen los planos horizontales, suelo y cubierta que se conforman de idéntica manera.


































































































Comentarios

Entradas populares