Paisaje, paisajismo y diseño del paisaje

1. INTRODUCCION

La idea de paisaje sugiere imágenes de la naturaleza; imágenes capturadas por el ojo de un pintor o de una cámara fotográfica, pertenecen al ámbito del arte; o son imágenes cartográficas como las realizadas por los geógrafos para representar áreas delimitadas por fisonomías homogéneas. De esta manera, el paisaje se relaciona con imágenes que expresan una cierta forma de mirar el mundo natural.

En la definición elemental, se encuentra este vínculo: Paisaje caracterizado como un área o porción de terreno visible a un espectador que contempla la escena natural. Pero la noción de paisaje también concierne al ámbito de las artificialidades, a la construcción de relaciones entre las formas creadas por el hombre y las formas de la naturaleza. Y según el grado de intervención humana, un espacio natural puede diferenciarse en varias categorías de paisaje: paisaje agrario, paisaje cultural, paisaje industrial, y paisaje urbano.

Para dar una noción de unidad de Paisaje podemos usar la definición de Etter (1991) en la que dice: "porción de la superficie terrestre con patrones de homogeneidad, consistente en un complejo de sistemas conformado por la actividad de las piedras, el agua, el aire, las plantas, los animales y el hombre. El paisaje por su fisonomía es una entidad reconocible y diferenciable de otras vecinas". Enfoque donde importa el factor sociocultural y antropogénico como algo destacable.

Siguiendo con ese punto de vista Graham Fairclough, arqueólogo, dice "que desde su perspectiva un "buen paisaje" es aquel en que la historia se mantiene legible a través de las huellas que nos han dejado nuestros antepasados".


2. REVISION HISTORICA-BIBLIOGRAFICA

2.1. Los primeros jardines: jardines botánicos-hortus conclusus

En 1563 aparece un libro "Coloquio dos simples, e drogas he cousas medicinais da India" que presenta un panorama de lo que escondían los portugueses instalados en Asia, Bombay. Su autor fue García de Orta (1501-1568) quien tomo Bombay en arriendo para los portugueses, y creo un jardín botánico en el estado hindú de Goa. En su libro se encontraban registradas las plantas aprovechables de las Indias; libro que despertó gran interés, años mas tarde traducido al ingles. Pero de todas las naciones los más interesados en el tema fueron los holandeses, los que enviaron un espía a trabajar en Goa bajo las órdenes del arzobispo, para enterarse de su contenido.

Los holandeses fueron los primeros en dar importancia a las plantas y querer saber sobre ellas.

En la ciudad de Leiden, Holanda, se les ofreció a los ciudadanos la exención de impuestos durante diez años o la posesión de una Universidad, estos se decidieron por la Universidad y anexaron a ella un Jardín Botánico, el Hortus Botanicus Academicus Ludguni-Batavorium. Desde su primer director, Gerait de Bondt (1536-1599), este jardín se convirtió en uno de los nervios del Imperio Holandés de ultramar. En 1599 se construyo un invernadero para proteger las plantas procedentes del Cabo de Buena Esperanza, tales como geranios y algazules. Su sucesor Charles de L"Ecluse, fue un hombre de fama internacional cuyas actividades tuvieron mayor importancia en la historia de la jardinería en su momento, con respecto a sus contemporáneos. A el se le debe la introducción y cultivo con éxito de las primeras plantas bulbosas, que tanto renombre han dado a la industria jardinera holandesa.
Leiden, con su jardín botánico, se convirtió en un vivero mundial de ciencia. La influencia de la Universidad de Leiden se extendió a toda Europa.

Los holandeses siguieron avanzando cuando en 1631, el príncipe Mauricio de Nassau llego al Brasil, acompañado por un grupo de cuarenta y seis científicos que fundaron la ciudad hoy llamada San Antonio, crearon un parque zoológico y un jardín botánico.

En 1578, Jean de Lèry, ministro calvinista de la colonia hugonote del Brasil, publicó su "Voyage en Amerique, avec la description des animaux et plantes de ce pays" (desde Ruán).

Diez años mas tarde Thomas Harriot, tutor y familiar de sir Walter Raleigh, publico un informe breve de Virginia, el nuevo país descubierto, de los productos hallados en el y de los que pueden cultivarse (1588).

Para el estudio y propagación de estos nuevos productos vegetales se necesitaban jardines. Un año antes, John Gerard dirigió un jardín del Colegio de Físicos de Nightrider Street, London, donde cultivo toda clase de especias. En Holborn dirigió otro en el que apareció la patata por primera vez.

El estadista isabelino, Lord Burghley, lo llamo para cuidar de sus jardines, en el Strand y en el Theobald, con lo cual consigue que se le llame Herbario de Gerard.

Cabe mayor deleite que contemplar la tierra vestida de plantas como un vestido bordado engarzado con perlas orientales y adornado con una gran diversidad de raras y costosas joyas? Sin embargo, si el deleite es grande, la utilidad es mayor y a ella se junta la necesidad.

Utilidad y Necesidad, tal como comprendieron Burghley y Gerard, eran la raíz de la cuestión. Gerard debido al fracaso de cultivar plantas de otros países, escribió un libro donde sintetizo los descubrimientos de los demás botánicos. Su Herbario tuvo una gran influencia.

La transformación del jardín de hierbas en jardín botánico adecuado fue obra de John Tradescant, personaje del Gremio de Jardineros, estatuido en 1606. Quien introdujo plantas y árboles de los Países Bajos, Francia y América, tales como el plátano silvestre, y la enredadera de Virginia, lo que le valió el titulo de velador del Jardín Botánico de Oxford .En el jardín de Oxford investigo John Locke, quien recogió solo en la región 1600 plantas. Así fueron surgiendo jardines en Edimburgo, en Hackney, Holanda, en Westminster, etc.
De la jardinería derivaron también muchos experimentos en tecnología, como maquina propulsora de cascadas y fuentes en Hatfield, desecación de tierras para cultivos.
Pero con la llegada al trono ingles de un rey holandés, Guillermo III, se intensifico la pasión por la jardinería. Según Daniel Defoe, todos los caballeros de Inglaterra siguieron esta inclinación del rey. Surgieron jardines y edificios, como los jardines de Hampton Court y Kensington en Londres. Tras él, los caballeros de todas partes siguieron esa actividad con tal iniciativa y entusiasmo que el cambio fue notorio y se califico de "maravilloso".
El estudio de la Botánica fue muy aceptado por buena parte del clero anglicano. Sus bien cuidados terrenos eran fuente de sermones y ejemplos para los feligreses, así como alimento para el cuerpo y el espíritu.

El reverendo Richard Bradley profesor de botánica en Cambridge dijo:
La jardinería y la agricultura son ciencias propias de grandes filósofos, tienen la satisfacción de domesticar o civilizar las pequeñas tosquedades de la Naturaleza, y disponen sus trabajos de manera que resulten provechosos y útiles a nuestros intereses. Nos libramos de los ruidosos e impertinentes clamores, que a diario nos persiguen en el mundo; y, si estos estudios tienen en el espíritu de otros el mismo efecto que en el mío, manifiestan en alto grado la sabiduría y poder del Gran Creador.

El Jardín du Roi, que nació en 1579 como proyecto de la Escuela de medicina de Paris, se convirtió en el instrumento por el cual los franceses explotaron el sistema vegetal de su imperio. La transformación empezó cuando en dicho, lugar se instalo un teatro anatómico y Guy De la Brosse propuso que debía disponerse de otro jardín, cosa que no ocurrió hasta 1635, trabajando bajo la superintendencia de Charles Bouvard, el físico real, a partir de allí lleno el jardín con un abundante complemento de 2000 plantas. A la muerte de el, sus descendientes continuaron su obra publicando libros sobre botánica e incrementando la existencia de plantas nuevas traídas de Auvernia, los Alpes y los Pirineos.

El jardín du Roi fue imitado en Inglaterra por Sir Hans Sloane, el amigo inglés de Tournefort, quien había hecho fortuna con la quina (quinina), había estudiado en Paris y sabia lo que un jardín botánico podía dar .Por tanto compro el jardín de Chelsea-alquilado por la sociedad de boticarios en 1712- y les traspasó el jardín 10 años mas tarde. Para evitar que el jardín no se limitara a ser una fábrica de drogas probadas, y para que se cultivaran otras nuevas, insistió en que anualmente fueran presentadas a la Royal Society cincuenta muestras de sus plantas, bien secas y conservadas y diferentes cada año, hasta alcanzar la cifra de dos mil.

Los escritos de Tournefort fueron traducidos por un boticario, John Martín que organizó una sociedad botánica, y escribió la Historia Plantarium Rariorum (1728-1737), época en que fue nombrado profesor de Botánica en Cambridge.

Otro gran jardinero botánico francés fue Pierre Magnol (de cuyo nombre derivó el de magnolia) fue director del Jardín de Plantes de Montpellier.

La síntesis de toda la tarea de colección y clasificación vino de Suecia, donde Olaf Rudbeck, educado en Leiden- creía que Suecia era el emplazamiento original del Jardín del Edén y que la desaparecida Atlántida se hallaba en una prolongación de la Península Escandinava, creo un jardín botánico en Upsala y trazó acequias. En este jardín, Olaf Celsius intentó reproducir todas las plantas mencionadas en la Biblia, y tuvo como ayudante a Carl von Linnè (Linneo).

En 1730 Linneo fue encargado de los jardines botánicos de Rudbeck, hizo una larga expedición a Finlandia, Holanda, y Inglaterra, donde visito el jardín de Boticarios de Chelsea, y el Jardín du Roi y al volver a Suecia publico su Genera Plantarum- punto de partida de la botánica moderna.

A esta obra siguió otro libro: Classes Plantarum. En 1741 fue nombrado profesor en medicina, al año siguiente cambió esta cátedra por la de botánica, y traslado su residencia al jardín botánico.

Su clasificación de las plantas en una jerarquía completa incluía ejemplares fuera de Europa, ya que no solo fue un explorador sino que mantenía correspondencia con otros por casi cincuenta años. La obra de Linneo fue divulgada por varios de sus discípulos.
Al difundirse información sobre los jardines apareció un nuevo sentido estético; la vista y el paladar fueron sensibilizados, por varios ilustradores como: Claude Aubriet (de cuyo nombre derivó la aubrietia), Elizabeth Blanckwell.

En todas partes, universidades y hombres ricos fundaban jardines; pero fue quizás en Inglaterra donde aparecieron más jardines botánicos privados. Y los creadores de esos jardines ingleses fueron internacionalmente famosos y solicitados en toda Europa.
Estos jardineros-botánicos fueron "técnicos expertos", cuya obra tuvo amplias consecuencias estéticas y practicas para sus patronos. Gran parte de estas consecuencias derivaron del "furor hortensis" que invadió el siglo, convirtiendo las tierras de las residencias señoriales en un nuevo medio de ostentación competitiva.

Otra de las causas de este furor Hortensis fue el gran crecimiento de la población con el constante aumento del número de productos para la existencia. Azúcar, especias, verduras, aceites aromáticos, fibras, se cultivaban en los jardines para su aclimatación.

Las actividades de estas colectividades de coleccionistas adquirieron entre 1722 y 1725 un marcado significado social, con la invención de nuevas maquinarias y un sistema de producción masiva.

Sin embargo estos años no habrían conducido a ningún lado sin la convicción de que, siempre que sus procesos fueran estudiados adecuadamente, la naturaleza podía ser dominada.

El jardín botánico de Kew llegó a tener siete mil variedades nuevas. Progreso auspiciado por Banks, cuyo sueño era que Kew se convirtiera en el gran centro asesor de intercambio de plantas y vanguardia de la exploración británica; se recomendó establecer allí un jardín botánico nacional, que controlara los jardines botánicos de las colonias británicas. En Kew se realizaron experimentos por Charles Darwin, y allí surgió su gran obra "El origen de las especies".

Esta explotación intensiva de los recursos vegetales de las posesiones británicas señaló el camino a otros países. El objetivo de todos era tener un jardín con todas las plantas usadas en las "artes ".

España en 1751 trajo un discípulo de Linneo para mejorar los estudios botánicos y fundo un jardín en 1755 en Madrid, y más tarde en otras cuatro ciudades.
Pero el jardín botánico más extenso de esta época era el establecido por los holandeses en Java.

Mientras las ciudades burguesas formaron sociedades literarias y filosóficas, los obreros cultivaron jardines. "En casi toda Inglaterra, la cosa más interesante, la que tanto le honra, y que la distingue del resto del mundo- escribía William Cobbett (sembrador en Kensington) "son los bien cuidados y productivos jardincillos que rodean las casas de los obreros."
Refiriéndonos al continente americano, y más exactamente a Montevideo Colonial, Provincias del Río de la Plata en 1767 llega la expedición francesa de Bougainville, en tránsito hacia las Malvinas. La integraba Dom Pernetty, abate y hombre de ciencia, importante para su época. Dom Pernetty recorrió las pocas manzanas de la península, que contaba con muchos terrenos baldíos. Comprobó que huertas y jardines eran raros y dijo haber visto solo uno, "quizás de un ingles".

Los españoles no plantaban árboles ni en plazas, ni en jardines, con pocas excepciones. Como en la quinta del Gobernador De Viana, en las afueras de la ciudad.
De a poco, demasiado lentamente para la impaciencia europea, el escenario urbano comenzó a cambiar hacia uno hortifruticultor, en las quintas de La Aguada y en los márgenes del Arroyo Miguelete.

Con el correr de los años, las quintas y sus alrededores, se convertirían en prados, parques y paseos; lugares de esparcimiento y recreo para los montevideanos de las generaciones siguientes. (Barrán, Caetano y P.).

2.2. Aparición del término Paisaje en relación a la pintura geográfica (s. XVI).

En la cultura germánica de la segunda mitad del siglo XVI y comienzos del XVII, el precepto de Landschaft tuvo expresiones locales en lo que hoy es Holanda, Bélgica, Suecia, Dinamarca, Suiza, Austria, y Alemania (Hirsch, E., 1995:2). Podemos tomar como ejemplo una pintura seleccionada para tratar este medio cultural (figura 1) se intitula "Landschaft mit Windmülhe" (Paisaje con molino de viento) y fue realizada en 1608 por Jan Bruegel, miembro de una reputada familia de pintores flamencos que tuvo actividad precisamente en esos años en que el paisaje estaba cargado de connotaciones que iban más allá de lo meramente estético.

En ese momento, la definición de Landschaft servía para representar efectivamente un espacio que la vista podía cubrir. Sin embargo, el resultado plástico no era un producto exclusivamente estético sino que encerraba intenciones territoriales que se fueron diluyendo con el correr de los siglos y que hoy ya no tomamos en cuenta. Wolfgang Haber descompone el término Landschaft en dos partículas: la primera, Land, hace referencia a la tierra, es decir, a la parte natural, al suelo, al ambiente original. La segunda, schaffen, refiere al modelado que, ya sea la naturaleza misma o el hombre, dan al terreno (Haber, W., 1995). En el idioma predilecto de la ciencia actual, el inglés, los componentes son los mismos. Land tiene la misma acepción explicada que en alemán y la partícula scape deriva de la misma raíz germánica "scapjan", que significa originalmente crear, trabajar u ocuparse. Esta raíz evolucionó a schaffen en alemán conservando el significado de creación o modelado, mientras shape en inglés, cambió un poco el énfasis, del acto formador, por la forma resultante (Haber, W.,). Dicho de otro modo, mientras que el landscape aparece en la lengua inglesa del siglo XVI como "un término técnico usado por los pintores" (Hirsch, E.) y denota una extensión representada desde un punto de vista fijo, el término Lansdschaft registra una información que nos habla del proceso de su formación (Holt-Jensen, A., 2001).

En síntesis, el Landschaft es una representación de un país con buena parte de su complejidad cultural, pero es también una impresión, un instante capturado desde un punto de vista. En el cuadro de Jan Bruegel (1) que ilustra este concepto, se miran quizá los confines de un país desde el punto donde pinta el artista.

Hacia finales del siglo XVI, en España los términos "pago" y "país" fueron sinónimos, mientras que en Portugal, Francia e Italia se comenzaron a utilizar los términos paisagem, paysage y paesaggio respectivamente para hablar del "extendido de un país que se presenta a un observador" (Robert, 2006).

Pese a la fecha temprana en que los términos paisagem, paysage y paesaggio aparecen en la literatura portuguesa, francesa e italiana respectivamente, en castellano el término paisaje no se registra sino hasta 1708 guardando la misma significación que aquellos (Corominas).

Hoy en día, nos dice Roger Brunet, entre la mayoría de los geógrafos hablantes de lenguas latinas, el país es "una unidad de vida, de acción y de relación que corresponde más o menos al antiguo territorio tribal" (Brunet et. al.) Es la tierra donde uno nació y donde están enterrados los abuelos.

Aquella primera percepción paisajística no nace en la pintura, sino en la literatura y, a través de la poesía, concierne de forma directa al alma humana, como parte de la naturaleza cósmica: "El sentimiento, a través del gusto, crea la belleza" dice Xie Lingyung, poeta chino del siglo V. "El paisaje tiende a lo espiritual. El creador debe salir de la forma exterior para buscar la esencia del paisaje" afirma Zong Bing, coetáneo del anterior. Estas pinturas chinas ganan progresivamente en simplicidad y evocación, de tal forma que, ya desde el siglo XIII, no son reproducciones de la realidad, sino alusiones o metáforas que pretenden transmitir la esencia o la intención (el "yi") del paisaje (Berque, A., 1997). En Occidente, el descubrimiento y las iniciales valoraciones paisajísticas también están vinculados a significaciones espirituales o estéticas: santos y pintores fueron los primeros que, en la civilización europea, harían explícitos los valores positivos del paisaje.
No obstante, aquí no será hasta la modernidad cuando se descubra el paisaje como objeto principal del arte pictórico, coincidiendo con la puesta a punto de la perspectiva lineal. No es casualidad tal coincidencia si se enmarca en la mirada colonial al mundo desde las metrópolis europeas del siglo XV, cuya relación con los paisajes descubiertos es a través de la medida, convirtiéndolos en entornos objetivos, abstraídos del sujeto. Este cambio de trayectoria en la percepción oficial europea del paisaje conducirá, a la larga, a una incompatibilidad entre el propio paisaje y el mismo paradigma moderno, que acabará sacrificándolo en el altar de los vanguardismos. Porque la modernidad europea, aunque paisajista en sus inicios, termina siendo mucho más física. Y si en el Renacimiento el paisaje como objetivación del entorno discurre paralelo al heliocentrismo de Copérnico, a partir del siglo XVII el dualismo cartesiano consagrará la dicotomía hombre-naturaleza y la física moderna se irá centrando en el objeto ("res extensa") y olvidando al sujeto ("res cogitans"). Por último, tras la publicación de la óptica de Newton (1704), el paisaje se queda fuera de la lógica científica que será eminentemente cuantitativa. Así pues, el paisaje y el sentimiento de la naturaleza, desde el Romanticismo en adelante, se irán situando cada vez más en la antítesis del movimiento científico moderno.


3. PAISAJE

3.1. Noción actual de paisaje.

Podemos decir que existen tres enfoques distintos de la noción de unidad de paisaje:
-El primero considera al paisaje como una representación espacial del ecosistema, un área geográfica donde se plasmarían los estudios ecológicos.
-El segundo enfoque corresponde a las definiciones donde se mencionan algunos de los componentes formadores del paisaje y al factor socio-cultural y antropogénico como factor diferenciable.

-El tercero sin ser contradictorio con el segundo enfoque, incorpora la noción espacial y jerárquica en su definición.

Analizar el concepto de paisaje desde un enfoque cultural nos permite recoger el contexto en el que fue acuñado el término y usado para fines precisos. El enfoque cultural, contrario a lo que se pueda pensar, no es un enfoque propio de las disciplinas sociales sino una reflexión epistemológica sobre el proceder científico a través de la historia. El enfoque cultural en geografía nos permite replantear el momento en que un grupo social se asentó en un paraje de forma permanente y comenzó el lento proceso de adaptación a un ambiente local. También nos plantea el momento –simultáneo al anterior-- en que el grupo comienza a transformar ese ambiente mediante la creación de técnicas, herramientas, arquitectura e instituciones (Claval, 1995). Ese grupo humano se hace una idea del universo a partir del medio en el que se ha establecido y perfecciona con el tiempo su estancia en lo que considera su territorio.

En un principio, el espacio escogido por una comunidad para establecerse, es un espacio marcado por formas naturales, por vegetación, fauna, clima y relieve que ellos no introdujeron. Pero bien pronto el paisaje imprime en el grupo social su huella al tiempo que el grupo social comienza a modificar el paisaje. Se trata de una operación presente en todas las culturas y que consiste en que el espacio es producido por la sociedad que es producida por el espacio (Lefebvre, H., 1986). Para el geógrafo Paul Claval esto ocurre mediante un proceso que comprende cinco acciones que pueden ser simultáneas o sucesivas y que son ejecutadas por el grupo social: a) Reconocerse en un sitio; b) Orientarse a partir de él; c) Marcar su territorio; d) Nombrar su territorio; e) Institucionalizar su territorio.

De esta manera, el grupo social funda un pago, un país. La manera en que los pobladores de ese país ubican su territorio en el universo y la idea que se forman de su origen geográfico es, en parte, consecuencia del medio en el que se asentaron. Esto quiere decir que la cultura de un pueblo, sus tradiciones, su cosmogonía, sus rituales y sus actividades, están dados por la naturaleza del lugar que eligieron. Así, la naturaleza y la cultura se construyen recíprocamente.

El paisaje es, en ese sentido, la representación de un espacio en el que aparecen las cosas de la naturaleza y aquellas de la sociedad pues todas ellas se fueron produciendo con simultaneidad. El pasado está presente en el paisaje, sus restos físicos, desde los edificios más monumentales hasta la villa más modesta, explican el paisaje y crean su carácter, paisaje visto desde la perspectiva de la cultura material.

El conocimiento está incorporado inevitablemente a la percepción del paisaje, incluso ahí donde la herencia del pasado se ha hecho "invisible'. Algunos de los vínculos en la larga cadena de causa y efecto que enlazan el pasado y el presente están escondidos, o perdidos, pero incluso estos vínculos intangibles pueden llegar a formar parte de nuestra comprensión de la evolución del territorio, así como de la influencia del paisaje que percibimos.

Las emociones que emanan de la percepción, por ejemplo, de un curso de agua o de un campo debajo del cual permanecen historias pasadas, son diferentes de las que nos puede provocar la percepción de un territorio virgen. Describir el paisaje a través del concepto de lugar, ancorado por su imagen y por sus emplazamientos arqueológicos, monumentos y edificios históricos.

Por lo que el paisaje es el camino hacia el pasado y desde el pasado.
Pero, ¿y el futuro? Paradójicamente, el estudio del pasado del paisaje nos lleva a mirar hacia adelante más que hacia atrás. Cuantas más cosas conocemos sobre las transformaciones en el paisaje causadas por el ser humano, más nos damos cuenta de que estas transformaciones no son sólo algo que "pasa' en el paisaje; son, también, una parte crucial del carácter del mismo.

No podemos detener la transformación del paisaje. Si los procesos que lo han creado no se pueden mantener, éste se transformará, aunque nos esforcemos en fosilizarlo. Sin embargo, podemos incidir en el tipo de cambio que se produce.
Pero el paisaje, en tanto que rostro del territorio, es, ante todo, el contexto cotidiano en el que las personas viven y se mueven. Pero tanto si es urbano como rural, tanto si reivindicamos el paisaje como un hecho cultural o ponemos el énfasis en su dimensión natural, la futura dirección del cambio en el paisaje deberá ser vista en el contexto de su pasado. El paisaje actual está constituido tanto por las acciones humanas pasadas como por las percepciones culturales contemporáneas.

3.2. Percepción, interpretación y análisis del paisaje

Los paisajes son formas y percepciones, son objetos y miradas, son denotaciones y connotaciones. Uno de los debates teóricos más ricos sobre el paisaje es precisamente el debate de ambos términos. La dimensión formal, objetiva o denotativa del paisaje es cuantificable como tal, pero es común la idea de que el paisaje es algo más que el resultado de un análisis interdisciplinario efectuado por las distintas ciencias de la tierra.
El paisaje refleja la interacción entre aquellos componentes objetivos y las personas que los perciben. Los orígenes remotos del término paisaje, como expresión de las primicias de la sensibilidad paisajística, se encuentran – según Berque en China, en el acervo cultural del taoísmo y del confucionismo. Allí el paisaje ("shensui" o "montes y aguas") es, a la vez, estética y ética: "El hombre de bien se alegra en las montañas, el sabio delante de las aguas" dice Confucio en uno de sus proverbios.

La sensibilidad postmoderna ha supuesto un redescubrimiento del paisaje en ese magma en el que se mezclan el interés por lo oriental y por lo vivido, la importancia de lo efímero y las propuestas conceptuales en el arte, el paradigma clorofílico-utópico-roussoniano o la búsqueda de formas simples y minimalistas.

Lo importante es que el paisaje no puede ser reducido a puro entorno o medio ambiente -que existe objetivamente y por todas partes- sino que el paisaje es una entidad relacional que aparece en ciertas condiciones y que atañe a toda nuestra sensibilidad.
Impregnado de intención y de historicidad, el paisaje no es ni un dato objetivo, ni una ilusión subjetiva, el paisaje existe realmente para aquellas personas que están inmersas en la intención e historicidad propia de ciertos medios y de ciertas épocas.
Existen, pues, distintas percepciones del paisaje, en función de los sujetos que perciben, de sus vinculaciones con el medio percibido y de los contextos desde los que se efectúen las mismas.

Se podría distinguir entre percepciones primarias o protopaisajísticas y percepciones connotativas o mitificadoras -unas y otras constituirían distintas formas de "producción cultural", en el sentido otorgado a este concepto por las teorías sociales críticas (WILLIS, P. 1997) y por otro lado, percepciones comunes que tendrían un marcado carácter de "reproducción cultural", homogeinizadora y estereotipada.

El hombre que vive y construye su paisaje, que forma parte de él, que distingue cada uno de sus elementos y se adhiere a los mismos productiva o afectivamente, que se identifica con sus colores, olores y sonidos cambiantes, no necesariamente tiene por qué concebirlo como paisaje en el sentido panorámico o estético. Existen de hecho muchos paisanos que no han observado nunca de forma conjunta y admirativa su propio paisaje, como hay otros muchos que lo observan como algo no destacable por su belleza. Ahora bien, todos suelen distinguir con mucho detalle cada uno de sus componentes a los que consideran recursos propios, elevando a algunos de ellos a la categoría de símbolos. Algunos, más sensibles o más sensibilizados por procesos educativos o emigratorios, sueñan con sus paisajes y los convierten en parte misma de sus vidas.

Hay, además, percepciones no comunes, que connotan y valoran los paisajes singularizándolos y mitificándolos. Las percepciones creativas y artísticas, literarias o pictóricas crean un acervo de referencias paisajísticas que no sólo resaltan los valores de los paisajes y los blindan ante posibles agresiones, sino que, además, influyen en los propios análisis e interpretaciones científicas de los mismos.
No obstante, aquellas percepciones primarias y creadoras tienden a perderse al socaire de la estandarización cultural y la llamada "educación ambiental". Una de las consecuencias de la ideología clorofílica es el cambio del concepto de naturaleza (orgánica, histórica, vivida, cantada y simbolizada) por el de medio ambiente (analítico, a-histórico, técnico, conservado y estándar).

Con ello, se pasa de ver-distinguir-vincularse-identificarse con el propio paisaje a ver-mirar-admirar el paisaje de todos según unos cánones estéticos comunes o tópicos, que son introducidos por la publicidad o la moda, se analizan a través de la psicología ambiental y cuyo referente seguiría siendo una suerte de romanticismo devaluado.
El acercamiento a la naturaleza por los científicos modernos, hasta los propios ilustrados, se efectúa a través del análisis, desde fuera, como espectadores. Frente a ellos, los románticos la interiorizan, la sentimentalizan, la perciben tamizada por su propia sensibilidad. Es probablemente éste -el romántico- el momento en que la naturaleza tiene una presencia más rotunda, no ya sólo en la literatura sino en la vida en general.
Las nuevas pautas de acercamiento al paisaje vienen de la mano de escritores como Chateaubriand, visionario y apasionado, y, sobre todo, de Rousseau, que da a la naturaleza una nueva dimensión, la afectiva.

La naturaleza, desde siempre, pero hoy más que nunca, es una construcción cultural, inventada principalmente por quienes escriben la historia, más que por quienes la sufren. Se está hablando de unos lugares, unos parques, que son la mejor ilustración de esta idea. "Qué es un parque nacional o natural sino una institución de nuevo cuño, creada por la modernidad, como contracara del progreso técnico. Una institución ""ecológica"" que regula, desde su cultura institucional y sus reglas de poder, un espacio que, quiérase o no, es siempre el resultado de la conjunción de lo natural, de lo social y, más que todo eso, de lo simbólico". (Picon, B., 1988).

Se vive hoy, pues, en un medio básicamente cultural, por cuyas complejas redes de comunicación, circulan nuevas mercancías -las que P. Willis (1997) denomina mercancías culturales que van ocupando, a pesar de su virtualidad, el espacio de las mercancías convencionales de la era industrial. Una de las mercancías culturales de mayor auge y demanda en las sociedades desarrolladas es la naturaleza convertida en paisaje protegido. Un parque sería, dentro de esa lógica, un servicio netamente simbólico. Los parques y las reservas, en una escala comercial, vendrían a ser ejemplos de mercancía cultural de evocaciones románticas y alto valor de mercado, al menos vistos desde las capas ilustradas de las áreas urbanas; no tanto, desde las sociedades rurales más próximas al espacio natural acotado (Ojeda, J. F. Y Otros, 1995).


4. PAISAJISMO

4.1. Valoración paisajística y dimensión cultural

El paisajismo es una ciencia que refleja la acción sobre el paisaje, o sea el acto de intervenir en él, luego de su interpretación.

Luego de la inserción del paisaje como objeto de estudio científico, en el ámbito de la geografía como ciencia básica, se asiste a un claro distanciamiento de escuelas del siglo XIX, que apostaban al diseño como resultado del oficio artístico proyectual.
El arte de los jardines nace de la experiencia y del estupor ante lo maravilloso, de la experiencia o relación cotidiana con lo extraordinario, como forma de emancipación de la existencia humana ordinaria.

Actualmente, aún cuando conserve con la disciplina artística proyectual, el estudio del paisaje y consecuentemente de la concepción y el diseño de las áreas verdes, como actividad de formación universitaria se alimenta del flujo de las ciencias básicas como: la geografía, la geología, la botánica y la horticultura junto a las ciencias duras como las matemáticas, la lógica, la ingeniería y la ecología.

Se podría decir que el paisajismo nace de la historia de los jardines, y es la materialización de cómo el hombre en los mas diversos períodos culturales, sometido a distintas condiciones socio-económicas, elaboro incansable y sutilmente la relación entre su forma de vivir y el goce de valores ajenos a su condición humana, que no parecen poder disociarse de la naturaleza y sus escenarios naturales.

El paisajismo busca el máximo diseño, las mejores tendencias, la creación y el arte. Por eso no deja de ser obligada referencia en el paisajismo moderno el uso de dibujos, formas y colores que recuerden a obras de arte u objetos de diseño. La vinculación entre obra de arte, predominantemente pintura, y jardín va en aumento.

Aprovechar bien los recursos disponibles no es que sea tendencia en el paisajismo: hoy es fundamentalmente una necesidad. La mayor preocupación por cuestiones medioambientales y ecológicas hace que la sostenibilidad del jardín respecto al entorno y los recursos naturales se convierta poco a poco en una prioridad.

Dejar a la naturaleza libre, que fluya. Éste es el último concepto esencial que destacó el arquitecto Enric Batle en su ponencia sobre las tendencias paisajísticas actuales. A veces, algunos especialistas proponen lo que, a priori, parecen ideas radicales, como dejar que las hierbas crezcan y formar parterres de maleza, libres de la acción del hombre. Sin llegar a tales extremos, esta premisa no busca otra cosa que acercar el conservacionismo y la ecología al jardín, y dejar crecer aquellas especies que sean compatibles con nosotros y nuestro entorno.


5. DISEÑO DEL PAISAJE

5.1. Finalidades y objetivos.

La creación y desarrollo de los asentamientos humanos son fenómenos culturales complejos, y dependen de las influencias correlacionadas de variados factores: naturales y artificiales, esenciales, planificados o espontáneos, que intervienen conjuntamente sobre la estructura y dinámica urbana.

La idea occidental de dominio de la naturaleza y por lo tanto del Paisaje, se traspaso desde Europa hacia América materializándose en las ciudades y otras expresiones culturales que simbolizan la conquista del territorio y la presencia dominante del hombre en el paisaje.
Hay una correspondencia recíproca entre las acciones del hombre sobre el paisaje y la influencia del mismo en las obras humanas. La etnografía nos dice que el entorno puede condicionar el carácter y evolución de las sociedades. Algunas ciencias, como la Antropología consideran que los factores del entorno determinan en diferentes grados, la evolución de esa sociedad y de su cultura; aunque puede haber discrepancias respecto de la magnitud de esta influencia, pero es innegable que existen interrelaciones de causalidad e integración entre el hombre y su ambiente (Martinez, Ubaldo).

Siendo el ambiente, un conjunto de interrelaciones dinámicas entre el mundo natural abiótico y los seres vivientes, influye en la vida y el comportamiento de los organismos, del hombre, y de los grupos sociales, como un proceso activo que se ajusta continuamente. Es un proceso de tal complejidad que es imposible reducirlo a un aspecto, Ya que trasciende las esferas del urbanismo, la sociología urbana y otras disciplinas que se ocupan de su estudio.

El diseño del paisaje, es una de las actividades que comienzan a ser reconocidas como profesiones necesarias para enfrentar los problemas ambientales más acuciantes, al mismo tiempo sin dejar pasar desapercibido el criterio de la estética de ese paisaje a crear, aplicable a cada caso para asegurar un tratamiento cuidadoso de la naturaleza. Sin embargo, para una participación más provechosa de esta disciplina es necesario el estudio de reglas según las cuales ha de tratarse el paisaje. Algunos criterios estéticos a considerar en el diseño paisajista podrían ser entre tantos otros: la composición, la forma, la proporción y el punto de vista.

La planificación del desarrollo de las ciudades debe ser estudiada para determinar los factores estéticos más significantes. El carácter de muchas ciudades se distingue por el ordenamiento de estos elementos. Los factores naturales deben ser tomados como parte importante para crear impactos en el sitio en desarrollo.
La estética del diseño paisajista exige seguir un esquema de diseño que consiga dar: unidad, forma, carácter y que produzca sensaciones en los usuarios. Todos ellos son elementos de la composición del paisaje.

"El arte del paisaje, o podríamos decir el "diseño del paisaje" consiste en priorizar ciertos aspectos interesantes para mejor revalorizar aquel elemento, el cual para nosotros tiene la mayor importancia".


6. CONCLUSIONES

En definitiva, el entendimiento científico del paisaje hoy no puede conformarse con el análisis formal y con la publicidad o percepción estandarizada y académica, sino que tiene que propiciar un método que incluya las percepciones vivenciales y simbólicas de los distintos paisajes como caracteres fundamentales de su existencia, evaluación y pervivencia.

La construcción de ciudades, considerada la máxima artificialidad creada por el hombre, y otros asentamientos es una expresión cultural representativa de una determinada sociedad, ya que revela su concepción del mundo y el modo como esa sociedad se sitúa ante el paisaje.

En este sentido; Berque, plantea que el paisaje no es una cosa en sí, sino un atributo de una determinada relación con las cosas, de esta manera el mundo toma sentido y se manifiesta en el paisaje. Sostiene que el mundo debe analizarse temporalmente (como sentido de la época) y espacialmente o en un medio, esto fundamenta el enfoque ecumenal del paisaje que supone la existencia de sujetos humanos; lo cual impregna al mundo de un determinado sentido propio de una cultura y época específicas. El enfoque ecumenal se diferencia del adoptado por las ciencias de la naturaleza que universalizan la noción de paisaje.

Por lo que concluyo que la gestión paisajística debe contemplar como objetivo estratégico y educativo la recuperación de la inteligencia social o compartida (Marina, J. A., 1999) en lo que ha significado y debe seguir significando como creadora, vivificadora y mitificadora de paisajes, induciendo al ejercicio responsable de la participación democrática real y efectiva, que en esta tarea se expresará finalmente en la autogestión de cada paisaje por parte de sus componentes humanos.


7. ANEXOS

Figura1
Jan Bruegel, "Landschaft mit Windmüle" (Paisaje con Molino de viento), 1608



BIBLIOGRAFIA:

- Armytage, W. H. G. "Historia social de la tecnocracia". Cap. 1-Economías de Jardín.
- Barrán, José Pedro, Caetano, Gerardo y Teresa Porzecanski. "Historias de la vida privada en el Uruguay" Entre la honra y el desorden-1780-1870. Tomo 1
- Berque, Agustín. "El nacimiento del paisaje en China" (resumen).
- Clement, Gilles y Claude Eveno. "El jardín planetario".
- Fairclough, Graham. "Arqueología del paisaje".
- Fernández, Federico, Christlieb, Gustavo y Garza, Merodio. "La pintura geográfica en el siglo XVI y su relación con una propuesta actual de la definición de "paisaje"". Scripta nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Universidad de Barcelona. Vol. X, núm. 218 (69), 1 de agosto de 2006.
- González Bernáldez. "Ecología del Paisaje".
- Martínez, Ubaldo. "Cultura y adaptación".
- Ojeda Rivera, Juan F." Evolución y actualidad de la percepción paisajística". Universidad Pablo de Olavide. Sevilla.
- Silvestri, Graciela y Fernando Aliata. "El paisaje como cifra de armonía".
- Zeitun, Jean. "La noción de paisaje ". Cuadernos Summa-Nueva Visión. Nº 48.




Comentarios

Entradas populares