Biblioteca Nacional de Francia
Biblioteca Nacional de Francia
Arquitecto: Dominique Perrault
Construido en: 1995
Ubicación: Paris, Francia
Coordenadas: 48° 50' 1" N, 2° 22' 32" E
Arquitecto: Dominique Perrault
Construido en: 1995
Ubicación: Paris, Francia
Coordenadas: 48° 50' 1" N, 2° 22' 32" E
En las orillas del río Sena, al este de la isla de la Cité y del centro de París, se encuentran las cuatro imponentes torres de la Biblioteca Nacional de Francia. Dobladas entorno a una explanada pública, estas torres son la moderna reinterpretación de Dominique Perrault de la tradición parisina de la arquitectura pública monumental. Este proyecto es ambos, volumen y vacío, cerrado y expuesto, una yuxtaposición de ideas contrastantes y que es al mismo tiempo muy respetuoso del lugar que es un legado milenario, como también deliberadamente autocrítico.
La biblioteca encabezó una ambiciosa lista de proyectos arquitecturales -llamados los Grands Projets- impulsados por el presidente François Mitterrand durante la década de los 80's y principios de los 90's. Junto con el Instituto del Mundo Árabe, el Parc de la Villette, la famosa y controvertida Pirámide del Louvre, entre otros, fueron proyectos destinados a crear un nuevo conjunto de monumentos modernos para una ciudad que siempre ha sido definida por su arquitectura. En 1989, Mitterrand presentó un importante concurso para diseñar la nueva biblioteca nacional, convocando la participación de 244 arquitectos de todo el mundo. Fue una gran sorpresa para muchos cuando el joven francés, Perrault, ganó el concurso con tan sólo treinta y seis años de edad.
El diseño de Perrault es un provocativo juego sobre el rol tradicional de la gran arquitectura pública en París. Conlleva una sensación de monumentalidad, un ícono visual que resulta familiar a los parisinos, pero la biblioteca es claramente moderna en afecto y progresista en ethos. La frivolidad y la indulgencia son remplazadas en favor de un lenguaje minimalista. Patrones clásicos, tallados en piedra y expresiones ornamentales de riqueza y poder, se sustituyen por el cristal, acero y madera, la sobria y económica paleta de las masas urbanas, una mirada a los ideales de mediados del siglo pasado. En los interiores, alfombras rojas, maderas naturales y accesorios elegantes están presentes, pero en forma recatada y con buen gusto.
Para los visitantes y residentes del 13e arrondissement, la biblioteca es accesible e inclusiva, sin utilizar su masiva presencia para apropiarse del lugar sino que para crear un espacio público liberado. Desde la orilla del río, una dramática escalera conduce a los visitantes desde la vereda hasta la explanada pública y las pasarelas elevadas que conectan las cuatro torres. Entre su diseño abierto y sus funciones educativas, la biblioteca es programática y simbólicamente un monumento a los ideales socialistas, una cualidad que que no se pierde en el Presidente francés que logró venderle el diseño a su pueblo.
En el centro de la explanada elevada se encuentra un gran patio. Vaciado y saturado por árboles, como si el entorno urbano se hubiera desvanecido y rellenado con vida. Doscientos cincuenta robles, pinos silvestres y abedules están plantados en su interior, un oasis que emerge de las cenizas de un complejo industrial abandonado. [4] El propósito del diseño es claro: en el núcleo del proyecto -y tal vez en el centro del conocimiento humano- está la naturaleza, no el hombre y su urbanismo. A diferencia de otros modelos de la arquitectura monumental de París, el edificio no funciona para glorificarse a sí mismo, sino que más bien para cuestionarse el drama del vacío.
Los recintos circundantes, junto con las torres, contienen una secuencia aparentemente interminable de instalaciones de biblioteca. Cerca de 3.600 espacios de estudio llenan las salas de lectura, junto con oficinas, galerías y salas de conferencias. Con 400 kilómetros de estanterías, la colección de la biblioteca es capaz de albergar 20 millones de volúmenes, por lo que es el mayor depósito de libros en Francia y entre los más grandes del mundo.
Aunque están física y simbólicamente desplazadas del centro del proyecto, las cuatro torres situadas en las esquinas fueron de gran preocupación para el arquitecto. Construidas con una elaborada doble fachada, son visualmente complejas y estratificadas, refractando una despliegue prismático de luz natural y artificial que es a su vez una expresión artística y un señalética propositiva. Perrault describe su inspiración: "Una luz diáfana se levantará a través de los interiores de las torres de cristal, culminando en los cuatro puntos más altos, que brillarán como 4 faros. Esta luz líquida se extenderá sobre la plaza, mientras que las torres se reflejarán en el Sena ".
Después de su construcción en 1995, la biblioteca recibió un número de prestigiosos premios internacionales, incluyendo el Premio Mies van der Rohe de la Unión Europea en 1996. Pero su recepción crítica fue mixta, especialmente para aquellos que habían luchado para alejar la arquitectura del lenguaje descontextualizado del modernismo de posguerra que la biblioteca parecía reencarnar. Anthony Vidler en particular, advirtió contra las consecuencias urbanas de la visión de Perrault para un "desierto de asfalto", argumentando que la biblioteca "nos devuelve a un desprecio por la calle urbana, que no se había expresado con tal ferocidad desde Le Corbusier en L'Intransigeant en 1929." Sin embargo, para el joven Perrault, el ambicioso concurso de Mitterand fue nada menos que el evento que catapultó su prolífica carrera internacional.
Nota: En noviembre, celebrando los 20 años desde la finalización de la biblioteca, DPA lanzó un nuevo sitio web que documenta la historia del proyecto (disponible aquí).
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